Luego de intensos días de lluvia y condiciones climáticas adversas en nuestro país, la comuna de Licantén resultó gravemente afectada, con zonas inundadas por completo. Un escenario complejo que vivenciaron ocho estudiantes de CFT San Agustín, sede Curicó: dos de ellas sufrieron graves daños en sus casas, mientras que las otras quedaron aisladas o perdieron absoluta conectividad.
En ese contexto, y fiel al sello social de nuestra institución, se constituyó rápidamente una delegación, integrada por la directora de la sede Curicó, M. Alejandra Rojas Sánchez; por la jefa de Vida Estudiantil de Curicó, Marta Monsalve Otárola; por el psicólogo de la sede, Emilio Mejías Rojas; y por el encargado de Activos de Curicó, Alejandro Vásquez Contreras, quienes este martes 27, fueron a visitar a las estudiantes para colaborar en terreno.
“Como comunidad, en la sede Curicó, desde el primer día fue nuestra preocupación catastrar a estudiantes y colaboradores, para poder identificar su condición y levantar las primeras ayudas, particularmente las estudiantes de la comuna de Licantén, la cual fue una zona tremendamente afectada. En esta visita pudimos constatar lo desolador de esta catástrofe en sus diferentes dimensiones. Por un lado, el sonido de sirenas, motobombas funcionando, gritos, olor a barro y humedad. Sin embargo, al mismo tiempo, fue reconfortante percibir la tibieza de toda la ayuda y generosidad entre vecinos y comunidad”, comentó M. Alejandra Rojas S., directora de sede Curicó de CFT San Agustín.
“Al reencontrarnos pudimos observar la alegría en sus rostros frente a la presencia de integrantes de la comunidad educativa CFT San Agustín, donde pudimos expresar que no están solas en estos difíciles momentos, lo cual nos enorgullece. Así también nos permitió evidenciar la real necesidad de cada familia para así poder en un segundo momento, personalizar y canalizar la siguiente ayuda y de esta manera demostrar el cariño y generosidad de la comunidad San Agustín que desde el primer momento se movilizó con la entrega de desayunos, ropa, útiles de aseo y medicamentos”, puntualizó la directora, quien añadió: “Pudimos observar una necesidad humana que va más allá de las pérdidas materiales, una necesidad que surge de conectar una mirada, dar una mano de ayuda y brindar la escucha de una experiencia que no se logra transmitir completamente por redes sociales; ‘estando con las botas puestas’, pudimos conectar más fácilmente con la experiencia del sentir y escuchar el relato que nuestros estudiantes necesitaban compartir.
Finalmente culmina valorando el trabajo de la delegación, donde pudimos resignificar la experiencia del dolor hacia una mirada de esperanza, entereza y resiliencia, que nos anima a vivir los valores institucionales más allá del rol que nos toca desempeñar en el día a día.
